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Existen ciertas leyendas urbanas en torno al sexo, ellas atentan contra la forma de vivir la sexualidad de las personas, llevándolas a actuar de manera errada ya que están basadas en estas falsas convicciones. En este espacio te presentamos los mitos y las falacias sexuales más comunes. Seguramente vos también lo creíste.

Sangrar significa ser virgen

Todas las mujeres tienen, sobre una parte del conducto vaginal, una fina membrana llamada himen que varía de tamaño en cada persona. Durante la masturbación, el coito o incluso con la práctica de ciertos deportes, el himen puede tan sólo estirarse o rasgarse y sangrar. Sin embargo, el sangrado no significa que una mujer sea virgen, ya que el himen puede rasgarse más de una vez. Del mismo modo, que el himen nunca sangre no implica que la mujer ya haya tenido relaciones sexuales, pues no es obligatorio que el himen se rasgue e, incluso, hay mujeres que nacen sin éste.

Las mujeres son multiorgásmicas por naturaleza

Ni los hombres ni las mujeres son, por naturaleza, multiorgásmicos. En realidad, hay algunas mujeres que pueden experimentar orgasmos cada intervalos de tiempo muy breves, lo que hace que durante la penetración acaben más de una vez. El 70% de las mujeres, en cambio, suele tener un solo orgasmo durante el coito. Sin embargo, no hay que olvidar que el orgasmo se produce en el cerebro, por lo que todo dependerá de la excitación del momento. Aunque es mucho menos frecuente, algunos hombres también son multiorgásmicos, especialmente los que practican sexo tántrico.

Las mujeres eyaculan como los hombres

En los últimos tiempos comenzó a hablarse de la eyaculación femenina o el squirting, es decir, la expulsión de un líquido -que no es ni orina ni lubricación vaginal y que no tiene espermatozoides- al momento del orgasmo. Es que las mujeres tienen unas glándulas llamadas de Skene que cumplen un rol similar al de la próstata en los hombres. La excitación sexual incita a las glándulas a producir un líquido que luego es expelido a través de la uretra, en ocasiones con fuerza. De todas formas, la mayoría de las mujeres no eyaculan, y esto se debe a que el tamaño de sus glándulas de Skene no se los permite. Pero, a no equivocarse: esto no influye en el placer del orgasmo.

El viagra es sólo una pastilla inofensiva

No hay duda de que el viagra, cuyo nombre científico es sildenafil, es un medicamento eficaz y seguro a la hora de tratar la disfunción eréctil. Sin embargo, no hay que olvidar que el consumo de viagra, como el de todo medicamento, requiere una indicación, una prescripción y un control médico regular. Es imprescindible consultar a un especialista que realice los estudios y análisis correspondientes antes de prescribirte el uso del sildenafil. Con estas precauciones, el viagra tiene grandes posibilidades de mejorar tu vida sexual.

Las mujeres pierden el deseo con la menopausia

La menopausia es el período en que la mujer deja de menstruar y pierde la posibilidad de quedar embarazada. Los que creen que esto implica sí o sí una disminución del deseo sexual, están equivocados. Si bien la menopausia hace que disminuya la secreción de hormonas sexuales (testosterona, progesterona y estrógenos) y provoca sequedad y dolor vaginal, el deseo sexual puede mantenerse activo. Hay tratamientos para sobrellevar la menopausia y seguir disfrutando del sexo, pero para eso se necesita voluntad y comprensión de la pareja.

El alcohol y la marihuana estimulan el deseo

El alcohol y la marihuana, a pesar de la creencia general, no estimulan el deseo sexual. De hecho, lo inhiben. Un estudio de la Universidad de Ottawa afirma que el tetrahidrocannabinol (THC), uno de las sustancias activas de la marihuana, se une a receptores del músculo liso del pene y dificulta la erección. Además, el consumo de marihuana disminuye el nivel de testosterona, una de las hormonas vinculadas al apetito sexual.

El alcohol, por su parte, atrofia el funcionamiento de nuestro sistema nervioso central, lo que dificulta la irrigación de sangre al pene y complica la erección. Además, la sensibilidad disminuye y, con esto, la respuesta orgásmica. Como decía Shakespeare: “El alcohol provoca el deseo pero frustra la ejecución”.

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